miércoles, 12 de marzo de 2008



No me acuerdo muy bien cuántos besos dejamos en cada esquina, pero imposible olvidarme

de aquel cuarto donde aquella noche subió la adrenalina.
Y se juntaron Rosario y la Capital, se juntaron el bien y el mal,
se juntaron dos almas en una sola , se juntaron Sabina y Piazzolla. Se juntó una religión que era puro corazón con otra que nunca existió, se juntaron dos camas y no alcanzaban para tanto fuego, tanta acción, tanto descontrol. Elegimos el colchón más chico y pareció de dos plazas, cuando el colchón terminó bienvenido fue el piso del comedor de mi casa. A cada beso caía una estrella, cada arañazo calmaba el dolor, cuando me acuerdo de el levanto mi vaso y brindo adonde quiera que estés por nuestra canción.

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